Conocido como “indio Tanaru”, fue encontrado dentro de su hamaca en una choza en Tierra Indígena Tanaru, el 23 de agosto, informó el fin de semana la Fundación Nacional del Indio (Funai), una agencia del gobierno brasileño.
También se le conocía como “indio do buraco” (“indio del agujero”) por su costumbre de abrir huecos profundos en las chozas que habitaba.
Según explicó la ONG Survival, la Tierra Indígena Tanaru, en el estado de Rondonia (fronterizo con Bolivia), es como una isla de selva en medio de un mar de vastas haciendas de ganado, en una de las regiones más peligrosas de Brasil, principalmente por las actividades ilegales de minería y deforestación.
Las autoridades no indicaron la edad del hombre ni la causa de su muerte, pero dijeron que “no hubo señales de violencia o lucha”. Tampoco hallaron evidencias de la presencia de otras personas en el lugar ni marcas en la vegetación.
“Todo indica que la muerte se dio por causas naturales”, dijo la Funai en un comunicado.
Las autoridades presumen que el hombre estuvo 26 años recorriendo solo la floresta, después de que su pueblo -que probablemente ya era pequeño- sucumbiese a las incursiones de hacendados y explotadores de madera a mediados de los años noventa.
“Con su muerte, el genocidio de ese pueblo indígena está completo”, dijo Fiona Watson, directora de investigación de Survival, quien visitó el territorio Tanaru en 2004.
“Fue realmente un genocidio, la eliminación deliberada de un pueblo entero por ganaderos hambrientos de tierra y riqueza”, afirmó.
Según la Funai, hay 114 registros de presencia de grupos indígenas aislados en Brasil, número que varía según los reportes.
Según el censo de 2010, más de 800.000 personas declaraban ser indígenas en Brasil, país que actualmente tiene más de 212 millones de habitantes.
Más de la mitad viven en la Amazonía y muchos de ellos están amenazados por la explotación ilegal y a gran escala de los recursos naturales de los que dependen para sobrevivir.
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