La enorme ciudad del centro de China fue a finales de 2019 la primera del mundo en sufrir lo que entonces era un misterioso virus asesino. Y el 23 de enero de 2020, cuando el balance oficial daba cuenta de 17 muertos, el régimen comunista ordenó un confinamiento para frenar la epidemia.
En Wuhan, la decisión, anunciada en medio de la noche, sorprendió a 11 millones de habitantes.
Durante 76 días, Wuhan quedó aislada del mundo, con los habitantes encerrados en casa por miedo al virus y los hospitales saturados por la cantidad de pacientes.
Está nublado y se respira un aire contaminado, pero este sábado por la mañana los habitantes han salido a hacer gimnasia a lo largo del Yangtsé y grupos de jubilados bailan en un parque.
Ha vuelto la diversión a las discotecas y los jóvenes saborean la libertad, mientras que buena parte del planeta vive bajo toque de queda y medidas de distanciamiento.
«Me siento completamente seguro. La situación está bajo control y ya no tengo miedo», declara a la AFP Li Wenfu, un hombre de unos cincuenta años que lleva puesta una mascarilla negra.
A los habitantes de Wuhan les recuerda el sacrificio que tuvieron que hacer para superar el virus.
Ahora, sin secuelas, no ha dudado en recorrer en bicicleta 600 km para dar las gracias a sus médicos, enviados como refuerzo a Wuhan.
El viernes se estrenó un documental en los cines de todo el país para rendir homenaje a los salvadores y al «sacrificio» de miles de anónimos en el peor momento de la epidemia.
Titulado «Días y noches en Wuhan», muestra a médicos valientes que cuidan a los enfermos en hospitales donde la situación parece bajo control.
«Es una buena película, pero no lo aborda en profundidad», opina Dong Chanchan, una espectadora. «A mucha gente le gustaría olvidar el dolor. Pero las cosas sucedieron, debemos aceptarlo objetivamente», dice la joven.
Desde entonces, el país ha controlado la epidemia pero el virus se ha propagado por todo el mundo, con un saldo de más de 2 millones de muertos.
La primera muerte conocida de covid-19 fue un hombre de 61 años que solía comprar en un mercado de esta ciudad donde se vendían animales salvajes vivos.
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