Ese rotativo, que cita a uno de sus abogados, apunta que Zhang Zhan se negó a aceptar los cargos al considerar que sus informaciones -publicadas a través de plataformas chinas como WeChat y otras prohibidas en el país como Twitter o Youtube- no deberían ser censuradas.
Según Amnistía Internacional (AI), su trabajo en Wuhan se centró en informar de detenciones de otros reporteros independientes y acoso a familiares de víctimas del coronavirus durante el considerado primer brote a nivel mundial de la pandemia de Covid-19.
La organización Chinese Human Rights Defenders (CHRD) apuntó en setiembre que la mujer había sido detenida por publicar que los ciudadanos de Wuhan habían recibido comida podrida durante el confinamiento de 11 semanas que vivió la ciudad o que fueron obligados a pagar tasas para poder hacerse pruebas del coronavirus.
El juicio se celebró este lunes en un tribunal de la ciudad oriental de Shanghái, donde tiene fijada su residencia la acusada, con fuerte presencia policial y con la asistencia tan solo de sus familiares.
Zhang, que fue detenida a finales de mayo, inició en setiembre una huelga de hambre que causó que su estado físico sea «muy débil», según su defensa, que afirma que las autoridades la alimentan forzosamente mediante un tubo y le obligan a llevar grilletes.
Otro de sus abogados reveló la intención de Zhang, de 37 años, de continuar con esa huelga de hambre «incluso aunque muera en prisión» si la condena era grave.
La Fiscalía había pedido una sentencia de entre cuatro y cinco años de prisión por «publicar repetidamente un gran número de informaciones falsas» y aceptar entrevistas con medios extranjeros para «exagerar maliciosamente» la situación del coronavirus en Wuhan.
Las organizaciones proderechos humanos protestaron por la sentencia: «El Gobierno chino volvió a celebrar una farsa de juicio durante las Navidades ya que las autoridades quieren reducir la atención sobre estos casos ‘sensibles’ mientras los diplomáticos y periodistas están de vacaciones», explicó a Efe Leo Lan, investigador de CHRD.
En su opinión, la «dura» condena a Zhang es «alarmante» y es una señal de que Pekín quiere «intimidar a otros para que no llamen la atención sobre la situación de la pandemia en Wuhan a principios de año».
Por su parte, la activista de AI Gwen Lee aseguró en un comunicado que «los periodistas ciudadanos como Zhang Zhan fueron la fuente primaria, si no la única, de información de primera mano y sin censura durante los primeros días de Covid-19», y exigió al régimen que «deje de perseguir a periodistas y otros ciudadanos solo por informar de la verdad».
Otros ciudadanos que, asimismo, narraron la actualidad de Wuhan desaparecieron o fueron detenidos este año, como el empresario Fan Bing, el abogado Chen Qiushi o el joven reportero Li Zehua, aunque este último fue puesto en libertad en abril.
«Cualquiera que elogie el ‘éxito’ del Gobierno chino a la hora de contener al virus debería tener esto en cuenta. Esto es una parte integral del modelo de control de la pandemia del Partido Comunista Chino», lamentó en Twitter la investigadora para China de Human Rights Watch (HRW) Yaqiu Wang.
En Wuhan las autoridades locales tardaron en dar parte de la información disponible sobre el brote, debido, según el entonces alcalde, Zhou Xianwang, a que necesitaban la aprobación de instancias superiores para hacerlo.
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