“De momento, no se descarta ni se privilegia ninguna hipótesis”, aseguró el fiscal de Lyon, Nicolas Jacquet, quien precisó que detuvieron a un sospechoso que “se puede corresponder con la descripción dada por los primeros testigos”.
Las fuerzas de seguridad no encontraron con el detenido el arma utilizada probablemente en el ataque, una escopeta de cañones recortados. “Siguen haciéndose verificaciones sobre su posible implicación”, afirmó el fiscal.
Alrededor de las 16H00 (15H00 GMT) se oyeron dos disparos en la zona de esta iglesia helénica ortodoxa, situada en un barrio residencial de Lyon, que alertaron a los vecinos y agentes de la policía municipal.
“Se dieron cuenta de que un hombre estaba huyendo y descubrieron cerca de la puerta trasera de la iglesia a un hombre herido de bala que resultó ser el sacerdote del lugar de culto”, explicó la fiscalía.
La fiscalía de Lyon también indicó que abrió una investigación por “asesinato” y dijo que estaba en contacto con la fiscalía nacional antiterrorista, pero esta de momento no se hizo cargo de la investigación. Varias fuentes policiales pidieron “prudencia sobre las motivaciones de la agresión”.
El sacerdote “estaba cerrando su iglesia” durante el momento del ataque. Entonces, “no había ninguna ceremonia” dentro del templo y “el sacerdote no iba vestido con ropa sacerdotal”, informó una fuente cercana a la investigación.
Nikolaos Kakavelakis, de 52 años, recibió dos disparos, “en el hígado y a quemarropa”, por los que tuvo que ser hospitalizado en un estado grave.
Célula de crisis
El jefe de la Iglesia de Grecia, el arzobispo Iéronymos, denunció este ataque como un “horror que sobrepasa la lógica humana”.
Según un periodista de la AFP presente en el lugar, la pequeña iglesia de estilo art déco se encuentra en un barrio residencial de Lyon, donde había muy poca gente en la calle durante el primer sábado del nuevo confinamiento en Francia.
Tras el ataque, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, organizó una célula de crisis en su Ministerio en París. El primer ministro Jean Castex recordó “la total determinación del gobierno para permitir a todos y a cada uno de practicar su religión con total seguridad y libertad”.
“Nuestra voluntad es fuerte y nuestra determinación no decaerá. Es el honor de Francia, es el honor de la República”, añadió Castex durante un desplazamiento el sábado en Saint-Etienne-du-Rouvray (noroeste), donde un cura fue degollado en una iglesia en 2016 por dos jóvenes yihadistas.
El ataque del sábado se produce solo tres días después del atentado en la basílica de Notre-Dame de Niza, donde un joven yihadistas armado con un cuchillo asesinó a tres personas, y apenas dos semanas después de la decapitación del profesor Samuel Paty.
Aunque se desconocen las motivaciones del agresor en Lyon, el presidente del Parlamento europeo, David Sassoli, habló de un “nuevo atentado” y defendió que “Europa no se someterá jamás a la violencia y el terrorismo”.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, también condenó este “acto abominable” y afirmó que “la libertad de conciencia en Europa está garantizada para todos y debe ser respetada”.
El gobierno francés permitió que los lugares de culto se mantengan abiertos hasta el lunes para celebrar el día de Todos los Santos, antes de volver a cerrar por el nuevo confinamiento para frenar el COVID-19.
Tras el ataque en Niza, el ejecutivo elevó al nivel máximo la alerta antiterrorista y aumentó de 3.000 a 7.000 los soldados desplegados en el país para proteger las escuelas y los lugares de culto.
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