El tanto del ex Vélez Sársfield se dio a los 84’ del compromiso, justo en un momento en el que el mismo ya pedía cambio.
Es que Giménez, de mucho esfuerzo físico en el primer tiempo quedó sin gasolina en el segundo, soportando la resistencia de Eduardo Berizzo a modificar. Mantuvo a sus hombres iniciales a pesar de urgir variantes.
Paraguay, tal como ante Perú fue el que tomó la iniciativa, las riendas y el control, pero se repitió la falencia en la definición y el desgaste a partir del primer cuarto de hora del complemento.
Venezuela, siempre discreto comenzó a soltarse. Se animó tarde pero cuando lo hizo dio un golpe bajo a los 66’, cuando Yangel Herrera adelantó a la vinotinto con un cabezazo.
Pero esa acción se anuló porque el VAR observó una mano en el trayecto de la pelota al arco y el marcador no se movió. Cuando Paraguay merecía una ventaja amplia, esa rectificación fue una injusta salvación.
Injusta porque el trámite mandaba que la Albirroja estaba en condiciones de sacar diferencias por jugar mejor y no tener que ir atrás a defenderse, como lo hizo cuando se puso arriba en el score.
Conquistó la ventaja y apeló a marcadores para bloquear el intento del rival, que obviamente fue al ataque a buscar la paridad. Y la pudo tener porque a los 92’, Gustavo Gómez comete un penal.
Sin embargo, Antony Silva, sereno y sin infundir dudas aguantó la posición y adivinó el disparo de Herrera, quien buscó la vendetta pero no le fue posible. El ahora portero de Nacional desvió el remate y consolidó el triunfo albirrojo.
Esa serenidad fue fundamental. Fue clave el juego mental que representó una acción tal en momentos determinantes y Silva, pese a no estar en ritmo se erigió con firmeza para que su intervención sea tan grande como un gol.
Para la siguiente fecha que se va a jugar en noviembre, Paraguay se medirá a Argentina en La Bombonera y Venezuela lo hará ante Brasil.
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