El estrés ya era uno de los compañeros más fieles de la sociedad moderna, pero la pandemia de coronavirus colaboró para que se convierta en el rey de la mayoría de los hogares. La ansiedad afecta a la salud mental, pero también se manifiesta de forma física en algunos cambios que provoca en el cuerpo.
De alguna forma, el cuerpo trata de enviarnos señales de “socorro” para advertir que algo nos pasa. De este modo, el estrés puede afectar a nuestra capacidad de conciliar el sueño, a tener una mayor irritabilidad o a presentar una falta de hambre o, al contrario, de apetito intenso.
Pero, además, genera cambios en los ojos, en la boca y hasta en la piel que pueden causar problemas o molestias en el día a día. Es importante identificar estos síntomas para revertirlos y, a la vez, combatir el estrés para frenar el proceso.
Temblor en el párpado
Los temblores en el ojo suelen focalizarse en los párpados, especialmente en el inferior. Una vez que empiezan, suelen repetirse de forma intermitente por varios días, hasta que desaparecen. La principal causa de este síntoma es el estrés y, en menor medida, el cansancio.
Este temblor casi siempre desaparece sin ningún tratamiento. Sin embargo, hay ciertos hábitos que ayudan a que se vaya antes, por ejemplo, descansar más, disminuir el consumo de cafeína o lubricar los ojos con gotas oftálmologicas.
Además, según los especialistas, se pueden estirar los músculos oculares con estas tres técnicas:
- Realizar descansos periódicos al estar frente a cualquier pantalla.
- Masajear suavemente el párpado con movimientos circulares durante unos 30 segundos.
- Parpadear fuerte y abrir los ojos lo más posible unas cuantas veces.
Lo recomendable es ir al médico si los temblores no desaparecen al cabo de una semana, las contracciones cierran el párpado completamente, los espasmos comprometen otras partes de la cara o si hay enrojecimiento, hinchazón o secreción de un ojo porque podría tratarse de un blefaroespasmo, un tipo de trastorno del sistema nervioso.
Vista nublada
Otro de los síntomas del estrés es cuando se nos nubla la vista. A veces, puede ser producto del cansancio o de estar demasiadas horas frente a las pantallas, pero es una manifestación que no debemos ignorar. Si se presenta de forma reiterada, posiblemente es debido a la ansiedad.
La vista nublada se produce por el incremento de la tensión arterial debido al estrés. En el caso de que se prolongue la molestia en el tiempo, lo más adecuado es concurrir al oftalmólogo que podrá hacer un análisis más exhaustivo de la situación y recetar un tratamiento adecuado, en caso de que sea necesario.
Bruxismo
El bruxismo es un trastorno que hace que las personas aprieten los dientes al dormir, pero también puede aparecer ante un estado de estrés del cuerpo. Como consecuencia, las piezas dentales duelen, se aflojan y el hueso que las sostiene se destruye.
Por los mayores niveles de ansiedad vividos, la pandemia hizo que este problema aumentara. “Durante la cuarentena, las consultas por dolores mandibulares aumentaron de forma notoria”, explica a la odontóloga Yamila Plotequer.
La consecuencia principal del bruxismo es el daño de la articulación temporomandibular, que puede provocar dolor de cabeza, de oídos o de cuello, molestias o chasquidos al abrir y cerrar la boca, dificultad para masticar y, en ocasiones, inclusive para hablar.
También puede generar inflamación de los músculos de la zona. Mientras que a nivel de los dientes genera desgaste del esmalte que provoca sensibilidad dentaria al frío o al calor. Lo fundamental al detectar este problema es acudir al odontólogo, que podrá ayudar a aliviar este síntoma a través de un tratamiento oportuno.
Problemas en la piel
El estrés hace que a la piel le sea más difícil protegerse y esta debilidad es la puerta de entrada de bacterias que pueden derivar en afecciones como el acné. En momentos de mayor ansiedad, es frecuente que aparezcan erupciones, eczemas o rosácea.
La rosácea es una condición inflamatoria de la piel del rostro que suele volverla rojiza, al tiempo que provoca irritación y pequeñas protuberancias. Además del calor, también es sensible a la exposición al sol, al aire frío, los picantes, el ejercicio, las hormonas y respuestas emocionales, como el estrés.
En estos casos, lo aconsejable es visitar a un dermatólogo para determinar el problema y recibir el tratamiento adecuado.
Caída del pelo
La pérdida de pelo es otro de los factores que nos permiten identificar que estamos ante un nivel de estrés importante. De hecho, uno de los efectos secundarios de las personas que contrajeron COVID-19 fue la caída del cabello ante la ansiedad emocional que provocó el transitar la enfermedad.
En épocas normales, a algunas personas se les caen cantidades notables de pelo después de una experiencia profundamente estresante como una enfermedad, una cirugía mayor o un trauma emocional. En este último año, este síntoma se exacerbó por la situación sanitaria.
Si bien es normal perder pelo, cuando advertimos que la cantidad es mayor a la habitual lo recomendable es hablar con un profesional. “Lo ideal es que la persona haga la consulta porque es muy sencilla la exploración. Solemos tomar de distintos sectores mechones de pelo y tirar para analizar lo que sucede. A partir de lo que el profesional vea, va a determinar la causa y establecer un tratamiento adecuado”, explica el dermatólogo Eduardo De Carli.
Aliviar el estrés: la clave
Si bien todos estos problemas de salud tienen tratamiento o desaparecen con el paso del tiempo, es importante, además, sumarle estrategias enfocadas a reducir el estrés, que es el desencadenante de todos ellos.
Una forma es hacer actividad física de forma regular. Esto significa, al menos 30 minutos diarios. Otras estrategias son mantener una alimentación adecuada, practicar actividades relajantes o elegir algún hobby que nos despeje. A cada persona, le funciona un mecanismo diferente, lo importante es probar hasta dar con el que se adapte más a cada uno y, lo más importante, que resulte efectivo.
La Universidad de Harvard reveló que la clave para relajarse no necesariamente tiene que ver con realizar actividades pasivas y tranquilas. Tanto la actividad física como mental es crucial para restablecer la estabilidad emocional. Hay cuatro ejercicios muy eficaces para relajarse y despejar la mente y, de este modo, eliminar el estrés de nuestras vidas:
- La respiración. Respirar con un método y conscientemente es muy útil para aflojar tensiones. Al principio, es mejor hacer esta rutina en casa y, a medida que se la domine, se puede realizar en cualquier parte, siendo recomendable repetirla entre 4 y 6 veces al día.
- Los ejercicios mentales. La meditación es una de las herramientas más empleadas en la actualidad para mantener a raya la ansiedad. Conviene elegir una hora y lugar libre de distracciones, ya que es preferible que una vez iniciada la rutina, nada ni nadie interrumpa la práctica.
- La relajación muscular. Un ejercicio que se debe practicar recostado sobre una colchoneta en el piso. Consiste en contraer cada músculo durante 20 segundos para después soltarlo lentamente. Al momento de relajar, hay que centrarse en la sensación de alivio. La rutina debería llevar entre 12 y 15 minutos. Se recomienda llevarla a cabo dos veces al día.
- Las actividades cardiovasculares. Este tipo de ejercicio ayuda a reducir las hormonas del estrés, como la adrenalina o el cortisol. De la misma manera, aumenta la producción de endorfinas, que mejoran el ánimo y reducen el dolor físico de forma natural.
Lo ideal, es sacar tiempo del día para dedicarlo a nosotros mismos. Así como sabemos que tenemos que dormir ocho horas, comer saludable, beber bastante agua y mantenernos activos también hay que dedicar un tiempo a cuidar la salud mental, el gran motor que ordena nuestra vida.
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